Autor | José Javier Quintana
Debemos ser unos 60.000, arquitecto arriba arquitecto abajo en España. Aunque que no tengamos la cifra exacta, y mira que sería sencillo, ni de arquitectos colegiados, ni de los que han terminado la carrera, todos hemos realizado el acto de fe de que por ahí anda.
Todos y cada uno de esos 60.000, estamos de acuerdo en que el arquitecto tiene que tener una vida digna y para eso necesita ganar una cantidad razonable de dinero.
En lo que no estamos tan de acuerdo es en si eso de ser 60.000 con el trabajo que se prevé está bien o está mal, si es viable o no, si todos ellos pueden vivir de esto con dignidad o no.
Hay que respetar todas las opiniones y en bsA las respetamos, faltaría más. Nuestro Presidente, D. Jordi Ludevid afirma que no somos tantos, que en Francia entre arquitectos e ingenieros civiles hay unos 80.000, creo recordar que fue la cifra que nos dió. Como en España la figura del arquitecto engloba a las dos figuras francesas se colige que propocionalmente no estamos mal. Por lo tanto, el CSCAE no va a solucionar un problema que en su opinión no existe.
Hay otros que por lo que puedo leer en muchos blogs, escritores optimistas, alegres, esos que dan tan buen rollo, que piensan que es bueno que haya mucho, que cuanto arquitecto mejor, que el mundo es grande y que podemos desarrollar nuestra carrera en otros lugares.
Diversidad de visiones, entre las que hay algunas menos optimistas, por ejemplo la de bsA. Estudiemos el problema desde el punto de vista de la oferta -producción de arquitectos- y desde la demanda, necesidades reales y datos macroeconómicos-.
El punto de vista de la oferta
El número de arquitectos está pensado para el doble de produción. La oferta está dimensionada para responder al boom inmobiliario y su demanda hinchada. Lo previsible es que se volverá a regular por la vía del mercado cuando durante muchos, muchos años, ser arquitecto y trabajar en España no mole tanto.
En España hay demasiadas plantas productoras -escuelas- que deberán irse ajustando a la decreciente demanda. La lógica indica que muchas cerraran o bajarán su nivel de exigencia, más allá de lo que decía Patxi Mangado en el artículo de cinco días “El nivel del 80% de escuelas de arquitectura es bajo”
Como oferta se trata de una oferta con un bajo nivel de competitividad. Si fuéramos muchos y muy competitivos como por ejemplo el sector automovilístico alemán, no habría problemas, pero lamentablemente no es ese el caso. Tal y como comprobamos cuando salimos fuera, somos carne de mano de obra barata. Salvo honrosas y brillantes excepciones (P.E. Javier Poveda)
El punto de vista de la demanda
Por la parte de la demanda, El número de viviendas necesario en España, dado el parque existente y la pirámide de población actual y la prevista, puede rondar las 200.000 anuales. Una buena parte del parque inmobiliario está vacío y más de la mitad está viejo y/o obsoleto. La rehabilitación es la esperanza en la que tiene puestos los ojos el sector.
El parque de edificios necesario para la administración, edificios dotaciones y edificios de explotación está edificado en gran parte, incluso diría que hay más de que lo que necesitamos. La previsión de nuevos polígonos de viviendas que requieran nuevas dotaciones irán en paralelo a lo expuesto en el párrafo anterior. La esperanza viene de la mano de los pocos sectores que están funcionando, como por ejemplo el turismo.
La cuenta es sencilla, el montante total de la obra a realizar en España es discreto, ya que en los próximos 8 años la previsión es que el crecimiento económico sea moderado. Es lo que piensan todos los economistas. por poner una fuente, así lo afirmó el profesor Juerguen Dongues en su conferencia ¿Es verdad que salimos de la crisis? Perspectivas para Europa y España.
Este el del dividendo, es decir, la tarta que hay para repartir. Sois arquitectos no voy a decir nada más.
Relación entre demanda y oferta
Todo ello, utilizando sólo esa simple herramienta llamada regla de tres, nos dice que necesitaremos entre un 35 a un 50% de los arquitectos actuales, o por contra repartir el trabajo como buenos hermanos y ganar un 35-50% menos. Sería loable, pero con esos números la mitad de los despachos no serían rentables.
En clave macroeconómica, España es un país desarrollado y no necesita invertir demasiado dinero infraestructuras o dotaciones, simplemente porque todo está ya hecho. .
La necesaria reconversion
¿Cuantas de las grandes obras realizadas en el periodo del boom las hicieron arquitectos españoles? Perdida la oportunidad de haber generado un currículo potente para los despachos de arquitectura españoles que hubiera permitido generar empresas competitivas a nivel internacional, oportunidad que no perdieron nuestras constructoras, ahora toca ver que hacemos para hacer frente a lo que se nos ha venido encima.
El sector de servicios profesionales de arquitectura necesita una reconversión en toda regla, capaz de proporcionar una oferta dentro del sector interesante -empresas competitivas a nivel global de servicios profesionales de arquitectura- y una oferta alternativa e interesante para que los arquitectos opten por no desarrollar la práctica profesional en España
Estas alternativas pueden ser muchas. Una de ellas es la exportación de arquitectos, cuestión que se ha producido por generación espontánea y sin orden ni concierto, cada uno a su bola que diría el castizo. Evidentemente para que fuera atractiva e interesante no estaría de más contar con alguien en origen capaz de conducir el flujo migratorio, llegando a acuerdos con grandes empresas en destino.
A mi se me ocurre, que sería conveniente reconvertir arquitectos en directivos, en emprendedores y algunas otras cosas que ya expuse hace ya un tiempo cuando hablaba de las derivas profesionales del arquitecto.
Han pasado ya cuatro años de aquello y seguimos en las mismas, pendientes de una reconversión que sino hacemos nosotros, otros y si no el mercado se ocuparan de hacer.
Y sin duda que será mucho más traumática.
Mientras seguiremos como Sísifo repitiendo una y otra vez el frustrante proceso, llevando una piedra hasta la cima de una montaña, para que antes de llegar, la piedra vuelva a rodar hacia abajo.