Autor | José Javier Quintana
Alfredo Landa Areta, insigne y polifacético actor, nada más y nada menos que un actor, navarro por los cuatro costados ha sido definido por muchos como el actor que ha reflejado a la sociedad española desde los años sesenta hasta principio del siglo XXI. 120 películas dan para mucho, desde que debutó con Atraco a las 3, en 1962 hasta su última película, Luz de Domingo, en 2007, disponemos de un amplio material para el ejemplo y porque no, también para visualizar a través de la comparación algunos aspectos interesantes de la práctica profesional de la arquitectura española.
“Los sinsabores de un cateto que emigra a Alemania en busca de trabajo fácil y chicas disponibles (¿o era al revés?) son toda una lección de historia, que se repite más de lo que nos gustaría. Esta película se puede ver como una premonición de la situación actual, en la que se escuchan frases ahora demoledoras como «Usted ha venido como todos, huyendo del paraíso español». En ella Pepe (Alfredo Landa) decide trasladarse a Munich para vivir en sus propias carnes las maravillosas historias que cuenta de Alemania su amigo Angelino (José Sacristán), allí verá que no todo es tan bonito cómo lo pintan.”
La arquitectura española está ahora mismo en eso, en vente a Alemania o a dónde sea, porque aquí no hay nada de nada. Y allá que se va el arquitecto español, como Pepe a vivir en sus carnes esos dorados, esos lugares donde dicen que se hacen obras, allá que se va, sin planificar mucho (más bien nada), a buscarse la vida. Y cuando llega, escucha eso mismo «Usted ha venido como todos, huyendo del paraíso español»…en fin que es muy fácil hacer el paralelismo entre la situación vivida por Pepe en la película y el arquitecto medio español en sus escarceos internacionales.
“Bardem se inventa una roadmovie casi inédita en el cine patrio y a través de la figura, o mejor dicho “el figura”, de Juan (Alfredo Landa) nos lleva en un viaje a través de las carreteras españolas donde nuestro irrepetible protagonista vivirá toda clase de experiencias que le ayudarán a abrir los ojos ante una realidad a la que no puede ser ajeno durante más tiempo. Tras ser plantado por un “pendón” (graciosísima la terminología castiza) Juan decide tomarse el puentecito de Agosto por su cuenta y emprenderá un largo viaje en su “poderosa” (una Montesa Impala) hacia Torremolinos en busca de diversión y claro está, y por encima de todo, mujeres. Pero Juan no encontrará esto…”
Por qué será que me recuerda tanto esta imagen de Juan y su ponderosa a la figura del arquitecto “Juan palomo, yo me lo guiso yo me lo como”. Es tan evidente como sangrante. Este tipo de comportamiento de lobo solitario nos lo marcan en el ADN en las escuelas, esas canteras donde se generan los Le Corbusier del futuro. (irón.) Os debo un artículo sobre las escuelas de arquitectura y el contenido de los estudios y os adelanto que va lo incluiré en esta categoría que estrenamos hoy “pisando callos”.
“La propia presentación del personaje, cuando evita un robo en un bar de carretera, no puede ser más contundente y desmitificadora. Como tantos otros detectives, Areta habla poco pero actúa rápido. Garci estaba cantando a un Madrid que iba desapareciendo poco a poco, el Madrid de la Transición, y también a una raza de hombres que, como Germán Areta, ya no tenían lugar en un mundo gobernado por la avaricia, los intereses económicos y el poder.”
No obstante lo dicho en el comentario sobre “el puente”, tengo que reconocer que conozco a unos cuantos arquitectos listos. Realistas y listos como German Areta, el protagonista del crack. Si hablamos de la película y de su tono melancólico, a nadie se le escapa un sentimiento similar con la desaparición de lo que fue la profesión de la arquitectura en España y su conversión en otra cosa. A mi no es algo que me moleste o me deje de molestar. La realidad es tozuda y sólo nos permite un camino: aceptarla.
“La película es del año 1962, el equipo de atracadores es como para morirse de risa. Los perfectos planes que hacen mueven casi a la compasión. Ahora si, entusiasmo, convencimiento y huevos, de todo eso que no falte.”
Te propongo un ejercicio: junta a un pequeño grupo de arquitectos y déjales una rato para hablar entre ellos. Al poco rato los tendrás arreglando el mundo, la profesión y sobre todo los colegios. Nos encantan la camarillas. Piénsalo y las encontrarás por todo el territorio de la profesión. Nos gusta reunirnos y nos gusta hacer planes, planes inteligentes por supuesto, que para eso somos arquitectos. Esto nos viene de fábrica, dada nuestra formación solemos ser gente que piensa grandes planes, con la palabras muy grandilocuentes y luego hacer lo que se dice hacer, hacemos poco.
Eso si, entusiasmo, convencimiento y “güebos”, de todo eso que no falte.
Os dejo una escena inolvidable de atraco a las tres. José Luis López Vázquez explica el plan a Alfredo Landa y el resto del grupo.
2 comentarios
Buen post JJ:
Así a botepronto se me ocurren otros Alfredolandas/arquitectos:
- El bandido Fendetestas en “El bosque animado”. Cuando quiere reinventarse y hacerse bandido, nadie se lo cree porque saben que es un pedazo de pan
https://www.youtube.com/watch?v=2SzFTmT3jqA&feature=youtube_gdata_player
- Paco el bajo en “Los santos inocentes”. Decimos que sí a todo al señorito hasta que nos tronchamos la pierna y ya no valemos para lo de antes. Entonces, adiós muy buenas.
https://www.youtube.com/watch?v=zFm0Td3oFhQ&feature=youtube_gdata_player
Saludos
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Jesús
Excelentes ejemplos, muy bien traídos por cierto…lo de hacerse bandido (iron.) es otro paralelismo que podríamos calificar como fastuoso