Autor | Germán Cintas Araújo.
Ya hemos hablado de la trampa en la que se encuentra nuestra profesión en España, un sector en arenas movedizas que mientras más se agita más se hunde, sin entender el problema del contexto en el que se ve atrapada.
¿De verdad es el momento de pedir una regulación de los concursos? ¿Es el momento de exigir inspecciones de trabajo, el regreso de los baremos de honorarios, la refundación de los Colegios? Estamos exigiendo medidas a problemas previos a la crisis, problemas que ya estaban ahí hace más de cinco años, pero, ¿tiene sentido la demanda de propuestas aisladas y unilaterales? ¿No es más sensato localizar problema real en el contexto actual y a partir de ahí priorizar y tomar las medidas?
Ya sabemos que cuando un sistema quiebra sus debilidades se hacen más patentes, que a perro flaco todo son pulgas si bien no son estas el origen de su flacura. El caso es que si el sistema hace unos años funcionaba, y no eran tantas las exigencias, ¿qué es lo que ha cambiado? El problema es la aparición de una nueva variable, un fallo técnico en nuestro sistema que ha disparado las alarmas.
Permítanme que vuelva a la analogía del tren en marcha. Los arquitectos, acostumbrados a viajar en un tren, que funcionaba correctamente y nos dejaba más o menos próximos a nuestros destinos profesionales, nunca hemos necesitado revisar los vagones; justo cuando la situación se ha escapado a nuestro control nos hemos dado cuenta de que nunca hemos dispuesto de frenos de emergencia. Tampoco tenemos extintores ni salidas de emergencia- ni aire acondicionado para todos ni los mejores maquinistas- pero el problema ahora no es otro que el peligro de descarrilamiento. Y no es el momento de pedir que el maquinista salte de un tren en marcha fuera de control.
Y si es algo tan sencillo, ¿por qué no se pone una solución? Bueno, principalmente ocurren dos cosas. La primera, que nos atañe a todos, es que aceptar la falta de previsión supone reconocer que nos hemos equivocado, que el sistema no era infalible, y así nos negamos a ver lo que no queremos ver, que los arquitectos no éramos invulnerables.
En segundo lugar, las figuras de poder del sector, a quienes corresponde llevar la iniciativa de cambio, no están dispuestas a perder su situación de privilegio, ya que la redistribución de valores en un nuevo sistema implicaría la cesión de parte de sus ventajas, de forma que siguen alimentando el bloqueo. Los accionistas de la compañía del tren no quieren responsabilizarse de la aparición del problema ni hacerse cargo de los gastos del cambio. Sumémosle a ello la aparición de individuos que están deseando la caída para hacer leña del árbol caído, y perpetuar el sistema, claro, comprando la compañía y ocupando los mejores cargos.
Por favor, que nadie se alarme ni rasgue las vestiduras, que nada de esto es nuevo, que sucede en cualquier organización ante circunstancias similares. De esta manera, después de cinco años, aún estamos en estado de choque, rígidos en los asientos esperando a que alguien ponga el freno y la solución, sin saber exactamente qué pasa. Y como nadie acepta lo que pasa, seguimos sin esa solución. Y sin embargo, todos coincidimos en reconocer cuál es el principal problema, ¿verdad?.
Germán Cintas Araújo. Arquitecto Superior por la ETSA de Sevilla. Máster en Dirección Estratégica y Negocios Internacionales. Universidad de Sevilla.
Dirección Zona Sur en bsA [Rethinking Architecture]
Un Comentario
German,
El cambio del modelo profesional en la práctica de la arquitectura en España es algo que todos compartimos debe producirse.
¿Cómo? eso ya es otra cuestión.
Los puntos claves son:
_ Sólo podrán trabajar unos 30.000 arquitectos. El resto deberá trabajar en otros sectores.
_ Las organizaciones deberán ser empresas de servicios profesionales.
_ El modelo será la multi-disciplinareidad.
_ Las asociaciones de arquitectos deberán ser utiles e influyentes. Lobbying activities.
_ El sector deberá tener una mínima regulación. Concursos, condiciones laborales. Creo en las tarifas libres para el mercado privado, pero no para el mercado público, al menos en lo que se refiere a proyectos donde la arquitectura es trascendente.
_ El sector deberá estar conectado con otros sectores dentro del mercado de la construcción.
_ Fomentar la igualdad de oportunidades y la competitividad.
_ Fomentar el tamaño de las empresas.
Independientemente de todo esto, hay una cuestión que todos debemos tener clara. Colegios, CSCAE, (dirigidos por arquitectos como tú y como yo, elegidos libremente) Universidades, y demás figuras de poder trabajan desde su leal saber y entender para intentar mejorar la situación de la arquitectura española.
Con sus errores y sus fallos. Somos humanos.
A veces preocupados de solucionar problemas internos tan graves como la sobrecapacidad de trabajadores (y aquí hay de todo: buenos y malos). A veces preocupados de mantener su puesto de trabajo como profesor. Y ahora sin duda preocupados por que deberán cerrarse muchas escuelas. Por cierto, ¿quienes son los responsables de que se hayan abierto tantas?
Podemos hablar y hablar, las soluciones parten de la comprensión del problema desde todos los puntos de vista y pasa por tener una estrategia clara de cuál es el destino al que queremos llegar: el nuevo modelo.
Eso sí, esa actitud de queja, de echar la culpa a otros y de no hacer nada para poner remedio a la situación y de exigir que me arreglen el problema, no me parece digamos edificante.
Arquías, Asemas, Hermandad, esto ya es otra cuestión que sobrepasa los límites de este debate.