Innovación, arquitectura y teoría de los océanos azules
La competencia entre arquitectos en este momento es encarnizada ante la demanda inexistente y el panorama venidero, no se engañen, no será mejor. Cuando se reactive el mercado interno aquellos estudios que hayan logrado sobrevivir perdiendo músculo tendrán que competir con los estudios nacionales y europeos que que se hayan internacionalizado y que estarán rindiendo a pleno pulmón. Hagan desde ya el ejercicio de ir pensando dónde podrían ser felices y ganar pasta.
Autor | Germán Cintas Araújo.
Todos conocemos el funcionamiento tradicional del arquitecto; conocemos su mercado (administración y promotores), sus límites y sus reglas, conocidas y aceptadas por todos los competidores. Las tareas tradicionales están copadas e intentamos dar más por menos. El resultado ofrecido conlleva niveles de vida paupérrimos y la dignidad por los suelos. ¿Se identifica usted con este perfil? Estupendo, hacia usted está dirigido este artículo.
El caso es que nos emperramos en seguir jugando todos con las mismas reglas y eso no se puede. Eso es un Océano Rojo, término metafórico por lo sangriento de la situación competitiva. En el mercado tradicional no hay nada más que hacer, se acabó lo que se daba, créame. Un coliseo cuajado de gladiadores en la pista al mismo tiempo. ¿Y si rompemos las reglas del juego?
Cuando hablo de innovación no me limito a la tecnológica. Pensemos por un momento que podemos hacer las cosas de otra manera. A raíz de lo que verdaderamente se nos da bien, a partir de lo más importante de nuestro estudio, de nuestro equipo, de nuestra marca, de lo que nos piden los clientes, ¿qué más podemos hacer por lo que podamos cobrar y donde sólo nosotros tengamos cabida? ¿Qué es eso que nos caracteriza, que es íntimo a nosostros? Esa cosa especial, por la que el cliente está dispuesto a pagar, es la semilla de la innovación, el núcleo de un nuevo negocio. Y ese nuevo negocio, por ser íntimo y personal, es inimitable, y tendrá sus propios clientes. Esa es la base sobre la que se asienta la Teoría de los Océanos Azules[1]. O lo que es lo mismo, partiendo de algo que ya sabemos hacer, que forma parte de nuestro negocio y que está inmerso en una gran competencia, salirnos para generar otra cosa donde somos especiales, únicos.
Les pongo el ejemplo del Circo del Sol. Agotado el mundo del circo por repetitivo, Guy Laliberté y Daniel Gauthier tuvieron la brillante idea de aunar circo y teatro, eliminando los animales. No cabe duda de que El Circo del Sol es al día de hoy indiscutiblemente El Circo Contemporáneo. Sus consumidores son especiales, no tienen competencia por ser únicos, su demanda es nueva y en consecuencia, acaparan toda su propia cuota de mercado. Son una marca única.
Con todas las capacidades de las que está dotado un arquitecto, ¿por qué no inventar espacios nuevos? Tenemos muchos referentes de compañeros que han dado este salto: Recetas Urbanas, Elap o Ecosistema Urbano son algunos de los que se atrevieron a romper las reglas y ahí siguen, no sólo a nivel nacional sino como referentes internacionales por lo único de su proceder. ¿Por qué usted no?.
[1] CHAN KIM W., MAUBORGNE R. (2004). “Blue Ocean Strategy”, Harvard Business Review