Por Manuel Sagastume.
Queridos compañeros:
Ayer os comentaba en la primera parte de esta entrada lo que, bajo mi punto de vista, ha sido y es la evolución del concepto de movilidad y su diferente percepción según la época.
Hoy os contaré otra historia que creo que viene muy a cuento: El movimiento migratorio de los “salatori” desde el Mar de Sicilia y el Golfo de Nápoles hasta las costas cantabra y vasca.
Los verdaderos artesanos de la que hoy consideramos nuestra maravillosa anchoa en salazón, esa, la de las gildas o pajaritos, las que un presidente autonómico repartía, ufano él, entre sus colegas, esas que son de toda la vida de Bermeo o Santoña, o de Guetaria o Laredo, esas que son la gloria de nuestra gastronomía, pues si, pero la cosa no es autóctona, es importada.
Los “salatori” expertos artífices en el arte de la salazón de las anchoas tienen su raíz en el sur de Italia y, principalmente en Sicilia.
Una exagerada sobreexplotación de aquel recurso dejo sus mares esquilmados. No tenían en sus costas anchoas que pescar y después que salar y sazonar. Se acabó.
Se me ocurre que es una situación parecida a la que nos ocurre ahora a los arquitectos. Nunca lo hubiera ni pensado ni relacionado, pero resulta que las anchoas están donde están y la arquitectura se planta, también, en su sitio.
Es decir, a las anchoas hay que ir a buscarlas. No tiras la red en Getaria y las anchoas vienen desde muy lejos, muy lejos, a tu red. No. Eres tu el que debes de acercarte hasta donde tienes indicios de que hay anchoas, aunque estén muy lejos, muy lejos, y allí echar tu red. Eso es lo que hicieron los “salatori” sicilianos que a finales del XIX, principios de XX, se organizaron, emigraron desde su tierra, y se instalaron en nuestra costa norte. Hoy se llaman Fratelli Orlando, Fernandez Orlando, Conservas Vella y muchos mas y son, que os coste, los que enseñaron a vascos y a cantabros a pescar anchoa ya que, hasta entonces, no se se utilizaba para el consumo humano sino como cebo del besugo y del bonito, y después a enlatarlas y embotarlas en salazón.
Permitirme la broma de explicaros de que tampoco llegaba un siciliano con una caña y su hermano con una lata vacía y entre los dos trataban de llenarla. Formaban verdaderos consorcios organizados por funciones y se desplazaban en grupos completos o familias.
Tampoco emigraron, al principio, full time, sino que una vez terminada la temporada de la anchoa volvían a tu origen.
Me he acordado y me ha sorprendido el paralelismo de las anchoas, a las que presto adoración gastronómica, y de los “salatori” a los que por lo anterior, tanto debo, con nuestro problema actual.
Como os decía, lo mismo que las buenas anchoas tienen sus caladeros, también la arquitectura está pegada a una tierra y a un paisaje determinado.
Los que quieran y puedan que la vayan a buscar porque la arquitectura no va a llegar hasta cerca de su casa.
Y que vaya organizado, organizado con otros, porque sinó perderá el tiempo.
Porque a nosotros, los arquitectos españoles, teniendo una técnica admirable de producción de lo nuestro, hemos o nos han, o entre todos, esquilmado en nuestra tierra nuestro trabajo.
A lo mejor, un descendiente de aquellos salatori es hoy un buen arquitecto en esta costa norte.
Un abrazo.
Seguiremos.
Siempre con vosotros Manuel Sagastume
Manuel Sagastume. Arquitecto con una larga, ancha y prestigiosa carrera profesional. Ex-presidente de la delegación del COVN en Navarra, ex-decano del COAVN y ex miembro del CSCAE. Desde esta tribuna escribirá sus crónicas desde la libertad y la independencia.
4 comentarios
Me gusta el concepto de salatori.
Quién se apunta a formar un Rethinking Salatori.
Los cursos de JJ y estas reflexiones, estoy seguro que nos hacen pensar, ¿pero quién se vendría conmigo a por la anchoa?, ¿el queso o la ballena?.
Nos sabemos muy bien la teoría, pero debemos organizarnos. Este blog es una plataforma perfecta.
En bsA ya estamos mirando otros caladeros para poder llevar a los pescadores a faenar a otras aguas.
A faenar con garantías, en solitario o en consorcios, sabiendo que esos otros mares son distintos y que hay que saber navegar en ellos.
Tendréis noticias en breve.
Y en concreto Jose, cuento contigo para un nuevo CLEAR que estamos preparando.
Será para una participación muy selecta, reducida y con la finalidad puesta en ACCIONES CONCRETAS.
Hablamos.
¡Excelente! Lo malo que ahora para ser salatori architettonici hay que saber chino… pero supongo que ya les costaría lo suyo a los italianos aprender euskera
¡Genial el texto!. Me llamo Sofía. Soy bisnieta de Giovanni Battista Orlando, natural de Sicilia, que se estableció primero en Getaria y despuès en Laredo. Tambièn soy arquitecta y ahora me ha tocado a mi emigrar para ejercer mi profesión… me ha encantado la comparación, ¡nunca lo había pensado así! Muchas gracias.