bsA [ Rethinking Architecture ]

Germán Cintas Araújo.

La semana pasada tuve la oportunidad de compartir mis impresiones sobre el futuro de la profesión en Granada. El mismo debate lo celebramos por la mañana en la ETSAG y por la tarde en la sede colegial. Hablamos de innovación, comunicación y sociedad, de gestión, de Bolonia, de los contras y pros de la especialización y muchos otros aspectos con los que analizar la tendencia de nuestra práctica profesional. Se sugirieron acciones y  se sucedieron las quejas.

Esto ocurre siempre que se expone el tema, pero con una salvedad: esta vez en ambos debates se hizo patente que a nadie le preocupa el futuro sino el presente inmediato. Y esto es tan cierto como que cada uno los presentes confirmó que su única preocupación es ¿qué voy yo a hacer ahora? Lo que viene siendo un “sálvese quien pueda, pero yo primero”.

Para comprender la situación usamos un par de imágenes. En la primera imaginamos que escuelas, colegios y arquitectos viajábamos juntos en nuestro tren infalible. Partíamos de la primera estación con el billete que nos daban en la escuela; inocentes de la vida hacíamos parada en algún despacho para foguearnos; rendíamos cuentas en la parada del Colegio; luego pasábamos el duro tramo del pluriempleo hasta alcanzar la meta soñada, tener nuestro estudio. A partir de ahí comenzaba la parte más grata del viaje. Con el tiempo nuestra red ferroviaria se iba quedando anticuada pero a trancas y barrancas funcionaba. Un día algún desgraciado se llevó un trozo de vía para pagar su hipoteca, y como nunca nadie revisó los frenos ni se previeron vías muertas, hemos descarrilado. Presos del pánico algunos saltamos del tren en marcha, otros corren despavoridos por los vagones  y otros, como Groucho, van quemando cuanto les queda con tal de llegar a algún sitio, el que sea. Los estudiantes se agolpan atónitos contemplando la escena y esperan. No llega la explicación de la azafata por los altavoces y empiezan a cuestionarse si no fue mejor coger un bus.

Sin embargo no todo está perdido. Llegado el momento generamos la segunda imagen proponiendo un juego sencillo. Consiste en hacer una lista con las cinco capacidades más importantes para optar a un trabajo determinado. Entre todos elaboramos una lista con más de veinte capacidades necesarias para ese puesto; los arquitectos las reuníamos todas. La conclusión es sorprendente: los arquitectos españoles somos unos privilegiados porque nuestra formación nos dota de capacidades que van más allá de nuestros conocimientos técnicos; en realidad no somos conscientes de la cantidad de recursos que tenemos. Me vino a la cabeza el primer capítulo de El Superhéroe Americano, donde el desmañado profesor recibía de los extraterrestres un traje con superpoderes para salvar a la humanidad y un instante después perdía el libro de instrucciones. El entrañable protagonista se convertía así en el superhéroe más torpe de la historia, y a base de prueba y error al final de la serie al era capaz de volar y poco más.

Los profesionales en la calle estamos afrontando un cambio de contexto brutal que no hemos propiciado (del todo) nosotros. Los Colegios están maniatados por las deudas y sometidos a la cascada de cambios de la administración. Y las escuelas continúan la formación en serie de nuevos arquitectos como si no hubiera mañana. Este caos durará un tiempo hasta el reajuste, pero no se preocupen. Inconscientemente disponemos de muchos recursos para salir adelante, basta con respirar con calma, no dejarnos llevar por el miedo y actuar con sensatez. Nosotros somos los responsables, todos y cada uno, de inventar nuevos medios de transporte y de elaborar el manual de instrucciones para los que vengan después.

.

Germán Cintas Araújo. Arquitecto Superior por la ETSA de Sevilla. Máster en Dirección Estratégica y Negocios Internacionales. Universidad de Sevilla.

Quizás también te interese: