Autor | Germán Cintas Araújo.
Comentábamos la semana pasada los organismos de las administraciones públicas a la hora de incluir al arquitecto en sus programas de internacionalización encontraban un problema en su carencia de aptitudes gerenciales. Si en las Escuelas no recibimos ni la educación ni la información imprescindible para internacionalizarnos, ¿dónde podemos adquirir estos conocimientos específicos?
La arquitectura española , entendida como subcultura particular, abarca toda información y habilidad que comprende nuestra disciplina. Los bastiones que velan por ella son las Escuelas y los Colegios, cuyo fin es la ordenación, representación, asistencia y defensa de nuestra profesión. La dirección de nuestra cultura se ha orientado hacia la imitación del modelo de comportamiento de nuestros mayores y la recreación de los propios. Toda cultura tiende a perpetuar un modelo efectivo resultado de la experiencia de generaciones. Su prácticas habituales se caracterizan por cierta rigidez[1]. Sin embargo, ante un cambio de contexto novedoso y de calado, la cultura se enfrenta a un doble problema: no dispone de mecanismos de adaptación y tiende a invertir recursos en la réplica de fórmulas exitosas en el pasado, en un momento en que la reflexión, flexibilidad y toma de decisiones innovadoras son el camino hacia la adaptación.
¿Qué modelo de arquitecto hemos tomado como ejemplo en las escuelas? ¿Qué tipo de profesional hemos invitado a conferenciar en los Colegios? Paradójicamente muchos estudios que han sido demonizados públicamente por su falta de ortodoxia y relegados a un segundo plano en nuestra cultura son hoy ejemplo de innovación que han logrado internacionalizarse o están en proceso, precisamente aquellos que hasta ahora nunca han supuesto un modelo ejemplar.
Desde todos los foros se hace patente la necesidad de un cambio estructural en la profesión tanto en su práctica como en su organización corporativa, y es a los Colegios a quienes corresponde liderar el cambio, dando ejemplo de proactividad e innovación y generando mecanismos que favorezcan la competitividad de sus colegiados. Y no solo porque la sociedad (a la que le hemos vuelto la espalda mucho tiempo) y los mercados (cuyas leyes hemos obviado y así nos luce el pelo) lo demanden. Es una cuestión de prestigio, imagen y dignidad.
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Germán Cintas Araújo. Arquitecto Superior por la ETSA de Sevilla. Máster en Dirección Estratégica y Negocios Internacionales. Universidad de Sevilla.
Dirección Zona Sur en bsA [Rethinking Architecture]
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