Innovación en marketing de guerrilla
Los recursos se agotan, los encargos no llegan, los gastos no pueden reducirse más y aparece el fantasma del cierre, del hasta aquí hemos llegado. En ese momento nos ronda el fantasma del fracaso y el abismo de la incertidumbre- ¿y ahora qué hacemos? ¿Queda alguna opción? Queda una, queda una….
Autor | Germán Cintas Araújo.
Aunque la crisis se desató va ya para cinco años, no es hasta ahora cuando realmente los estudios que han podido ir aguantando con sus recursos propios y “haciendo lo de siempre” empiezan a plantearse muy seriamente el cierre. Suele darse el caso de que los socios se reúnen asustados porque ya no saben qué inventar para frenar las pérdidas. Suele pasar además, que durante uno o dos años el estudio no ha generado ingresos y que se ha ido tirando de los recursos económicos para mantener la actividad. Y como además, “la cosa” está como está, pues poco más allá hemos llegado. Como guinda, la petición de ayuda se realizar in extremis, cuando uno no sabe ya si inducir el coma al estudio o pedir un cura viejo que le dé la extrema unción.
Y sin embargo antes de tirar la toalla, para aquellos que no se hayan dado por vencidos hay tres cosas que recomiendo hacer siempre.
Lo primero pararse a distinguir lo importante- el negocio- de lo urgente- cualquier cosa que el cliente no vaya a valorar. Porque suele tener prisa todo el mundo para su reformado, su gestión, su visita… ¿y qué pasa con el tiempo para pensar en el negocio? En este momento es necesario parar a pensar en uno mismo- sin desatender al cliente, ojo- con calma, respirar hondo y pensar fríamente. Y resolver la primera incógnita: ¿hasta cuándo me doy de plazo para seguir- en términos temporales o económicos- y qué cosa nueva voy a hacer hasta entonces?
En el caso de que el cierre no sea inminente- que no suele serlo más que nada por problemas burocráticos- pasamos al siguiente escalón. ¿Hay alguna posibilidad de revertir la situación? Porque pasa que suele haberla, pero hasta ahora siempre hemos pensado en limitar el gasto, pero, ¿y en hacer una pequeña inversión en marketing? No me vengan con aquello de que el marketing es caro, porque ¿qué representan una paupérrima cantidad en hacerse una página web al menos, o un blog, o algo?
Por último, si el trabajo es escaso habrá mucho tiempo de ocio, ¿por qué no intentar- o reintentar- captar clientes? No se me extrañen, porque en más de una ocasión me he encontrado con alguien que acaba de encontrar un filón y no se ha dado cuenta. ¿Por qué vinieron los últimos clientes? ¿Quién nos ha recomendado? ¿Qué hacemos para que nos recomiende más? Si están concentrados en una zona, ¿podemos poner carteles? Vamos a lo más elemental, a lo que haría un estudiante que da clases particulares, vaya. Si vienen de un sector determinado, ¿dónde se reúnen- juegan al paddel o al furbito, dónde se toman una cerveza al terminar? ¿Y qué es lo que menos trabajo les costó pagarnos? ¿Un básico, el render, el interiorismo, la dirección de la reformilla, el arreglo de unos papeles o una atención excelente al/a la insoportable cónyuge del cliente?
Porque señores, en esta guerrilla el contraataque (venta) es otra opción a la defensa acérrima (reducción de gastos), y créanme que a veces nos quedamos ciegos y no vemos que de donde vino este cliente hay más que nos están esperando si sabemos cómo llegar. Que cuando hablamos de comercializar no hablamos de ir vociferando entre plazas junto al afilador, sino de tener el suficiente sentido común para pensar qué no hemos hecho hasta ahora (innovación) para vender más (comercialización) con lo que tenemos (tiempo, que no dinero) armándose uno de coraje y esperanza, y que esto es aplicable a cualquier estudio cualquiera sea su escala
Un Comentario
Germán. Completamente de acuerdo con tu reflexión. Y funciona. Yo añadiría además REINVENTARSE